Camus: Minecraft y el absurdo


Minecraft es un juego sin sentido. No porque le falte calidad o creatividad, sino porque literalmente no tiene un propósito claro. No hay misiones épicas, ni un destino final, ni un objetivo supremo. Apareces en un mundo aleatorio, rodeado de bloques, árboles y montañas, y, desde ese momento, decides qué hacer: construir una casa, talar un bosque, explorar cavernas o simplemente deambular sin rumbo. Este mundo está vacío de significado, y eres tú quien, en cada partida, rellena ese vacío como mejor le parezca.

Cada vez que empezamos una partida en Minecraft, elegimos el sentido que queremos darle ese día. Tal vez hoy queremos construir una fortaleza en lo alto de una montaña, como si estuviéramos defendiéndonos de enemigos invisibles; mañana nos dedicamos a talar un bosque entero, sin un motivo realmente claro. Puede que un día nos lancemos a explorar en busca de algo indefinido y al siguiente simplemente recojamos materiales por el placer de tener algo en el inventario. Así es Minecraft: un mundo sin propósito último, donde el sentido es tan flexible y cambiante como nuestras decisiones en él.


Aunque parezca absurdo, aquí es donde podemos trazar un paralelismo con la vida misma. (pls bear with me for a sec) Al igual que en Minecraft, la vida real no trae un manual de instrucciones ni un sentido predefinido. Los seres humanos, por naturaleza, buscamos significado en todo; queremos que nuestra existencia tenga un propósito, que nuestras acciones importen. Sin embargo, la realidad responde con un silencio inquietante. El universo, vasto e indiferente, no parece ofrecer un propósito último ni una misión que le dé sentido a nuestra vida. Este choque entre nuestro impulso de encontrar significado y el vacío de respuestas del universo es lo que el filósofo Albert Camus llama el absurdo.

Para ilustrar el absurdo, Camus recurre al mito de Sísifo, el héroe griego condenado a empujar una roca colina arriba solo para verla rodar hacia abajo una y otra vez, por toda la eternidad. Sísifo, en su eterno ejercicio de piernas, es para Camus el símbolo de la condición humana. Como él, estamos atrapados en un ciclo de tareas repetitivas, en un mundo que se rehúsa a darnos respuestas a nuestras preguntas existenciales. Pero Camus nos ofrece un giro inesperado: one must imagine Sisyphus happy. La felicidad, dice, no surge de encontrar un sentido oculto, sino de aceptar lo absurdo y decidir crear nuestra propia alegría en medio de esta falta de sentido.


Volvamos a Minecraft. En este mundo sin objetivos impuestos, el jugador es libre de elegir qué hacer en cada momento. No hay necesidad de construir una casa ni de buscar algún “fin último”; el sentido de cada partida lo decides tú, reinventándolo con cada acción. Esta falta de un objetivo supremo no limita al jugador; al contrario, abre la puerta a una libertad absoluta, donde cada decisión cobra significado solo porque tú la has elegido. Como Sísifo empujando su roca, el jugador de Minecraft encuentra propósito en sus actos, no porque haya un destino final, sino porque él mismo da sentido a cada bloque que coloca y a cada estructura que construye. Hoy haces una casa; mañana, ¿quién sabe? Tal vez decidas derrumbarla.

Así, Minecraft se convierte en un ensayo práctico de absurdismo. En este juego, aprendemos que la falta de un sentido externo no es un vacío deprimente, sino una invitación a crear nuestros propios significados. No necesitamos un propósito impuesto; al aceptar lo absurdo, descubrimos una libertad auténtica, una en la que decidimos el rumbo sin importar cuán cambiante o efímero sea ese propósito. Igual que en Minecraft, podemos vivir cada día con un objetivo distinto y, cuando ese objetivo ya no nos satisfaga, somos libres de cambiarlo y buscar otro sin temor a haber “fracasado”. La clave, según Camus, es aprender a ser felices en este proceso continuo de creación y cambio.


Minecraft y el mito de Sísifo nos enseñan una misma lección: en un mundo sin sentido inherente, somos nosotros quienes tenemos la libertad de construir nuestros propios significados. Quizás, tanto en el juego como en la vida, debamos aprender a imaginarnos felices, abrazando el absurdo como el terreno fértil de nuestra creatividad y libertad. En otras palabras, one must imagine Sisyphus happy. Or, as we might say here, OMISH.


Camus: Minecraft y el absurdo, OMISH.
11/11/2024


© Omish.zip 2025
CA/ 191197 GEGA
Files /3874