TikTok brains & the Futurist manifesto
“I. Queremos cantar el amor al peligro, a la fuerza y a la temeridad. (…)
IV. Declaramos que el esplendor del mundo se ha enriquecido de una belleza nueva: la belleza de la velocidad. (…)
VII. No hay belleza más que en la lucha. (…)
VIII. El Tiempo y el Espacio han muerto. Vivimos ya en el Absoluto, puesto que hemos creado la celeridad omnipresente.”
Así proclamaba Filippo Marinetti en su Manifiesto Futurista en 1909, un grito de amor a la velocidad, la agresión y el poder del instante. Para Marinetti, la modernidad debía abandonar lo lento y lo duradero; los museos y las bibliotecas, símbolos del pasado y de lo permanente, debían ser demolidos. El presente y su rapidez lo justifican todo. Hoy, más de un siglo después, parecería que hemos alcanzado el ideal de Marinetti. La velocidad no es solo una forma de vivir, sino el motor de nuestro entretenimiento, nuestros hábitos, y hasta de nuestro pensamiento. En ese contexto, el TikTok brain es la manifestación más pura de esta obsesión por lo rápido y lo efímero: una mente que ha sido entrenada para buscar el placer inmediato, la satisfacción sin pausa, un flujo constante de estímulos.
El TikTok brain representa, en muchos sentidos, la culminación de ese deseo futurista de vivir en el Absoluto de la velocidad. Nos hemos acostumbrado a consumir contenido en ráfagas de segundos, y si algo no nos atrapa de inmediato, pasamos al siguiente estímulo. Este ciclo infinito de videos, noticias y tendencias crea un tipo de atención fragmentada, moldeada para deslizar hacia la próxima microdosis de entretenimiento. Al igual que Marinetti glorificaba el movimiento agresivo y la celeridad omnipresente, hoy hemos adoptado la velocidad como un fin en sí mismo, una necesidad casi biológica. Solo que, a diferencia del ideal de Marinetti, este ritmo constante no ha llevado al empoderamiento ni al dominio sobre el tiempo: nos ha hecho dependientes de él, adictos a la gratificación instantánea y al ruido perpetuo.
El filósofo Paul Valéry observaba ya en su época cómo la humanidad se estaba volviendo insensible, cada vez más dependiente de estímulos burdos para satisfacer su deseo de estímulo. Nos ha envenenado la idea de que algo debe ocurrir; estamos obsesionados con la velocidad y la cantidad. En una época donde la espera y el silencio son casi intolerables, la mente moderna parece estar estructurada para evitar la pausa a toda costa. La velocidad se ha convertido en el símbolo de lo bello y lo deseable, mientras que cualquier cosa que requiera tiempo y paciencia es relegada a un segundo plano.
Esta obsesión por lo inmediato no solo cambia cómo consumimos, sino también lo que valoramos. “Queremos demoler los museos, las bibliotecas…”, proponía Marinetti en su manifiesto, y aunque no lo hemos hecho literalmente, las obras que requieren de una construcción lenta y detallada se sienten cada vez más fuera de lugar en un mundo que premia lo breve y efímero. Adiós a las catedrales, construidas a lo largo de tres siglos; adiós a las obras maestras que requieren toda una vida de experiencia y atención a lo perfecto. Adiós a las sinfonías que tomaban décadas en crearse, en la cultura moderna, todo es sustituido por una corriente incesante de contenido desechable. Nos hemos vuelto adictos a la velocidad y, como consecuencia, a una superficialidad inevitable, moviéndonos entre la distracción y el desasosiego.
In our TikTok brain, el ritmo acelerado de la tecnología nos da una ilusión de control, de estar “siempre ocupados”. Pero esta velocidad no es liberadora, sino atrapante: hemos renunciado a nuestro descanso interior, ese espacio necesario para procesar, reflexionar y observar sin prisa. Los futuristas glorificaban el insomnio febril y el movimiento agresivo como características del futuro, y parecería que ahora vivimos exactamente en ese estado, sin tiempo ni espacio para la pausa. La belleza de la velocidad, ha resultado ser también una prisión.
Marinetti soñaba con un mundo sin frenos, lleno de dinamismo y peligro, pero también advertía que el futuro no tendría espacio para mirar atrás. It would be kinda of cool to prove him wrong. Tal vez sea hora de hecharle un vistazo al retrovisor y redescubrir lo que hemos dejado atrás en esta carrera.
Tik Tok brains & the Futurist manifesto, OMISH.
13/11/2024